Realismo Costumbrista
Autores
(1803-1865), fue un escritor costumbrista
colombiano nacido en Soacha, Cundinamarca, célebre por su novela Manuela ,
considerada en su época la novela nacional y una de las iniciadoras del género costumbrista en Colombia.
Hijo legítimo de José Antonio Díaz y Andrea
de Castro, fue bautizado el 8 de septiembre de 1803, por fray Silvestre
Polanco, cura doctrinero, y sus padrinos fueron el escritor José Joaquín Ortiz
y Josefa Díaz, según consta en el libro 10 de bautismos del Archivo Parroquial
de Soacha. Recibió sus primeras enseñanzas de Casimiro Espinel y después pasó
al Colegio de San Bartolomé. Sin embargo, debido a una afección al pecho y a
las secuelas de un accidente sufrido al caer de un caballo; cuando iba a
visitar a su familia, Díaz Castro tuvo que retirarse del colegio y continuar
sus lecturas y estudios por su cuenta, en la hacienda Puerta Grande, propiedad
de sus padres.
Para subsistir, se dedicó a las labores del
campo, algunas veces como propietario y en otras, como mayordomo en tierras
calientes y frías de Colombia y en 1848 dirigió un negocio de prensas de tabaco
en Ambalema Se dedicó también al periodismo. Fundó con José María Vergara y
Vergara y José Manuel Marroquín el periódico El Mosaico y colaboró en
publicaciones como El Bogotano y Biblioteca de señoritas. Publicó muchos
artículos costumbristas a lo largo de su vida.
Jose María Vergara y Vergara
Bogotá, 1831- id., 1872) Escritor y crítico literario colombiano. Organizó y dirigió la Academia Colombiana de la Lengua, creada a imagen de la Española. Es autor de poesías (Versos en borrador, 1869), cuadros costumbristas al modo de Fernán Caballero (Las tres tazas y otros cuentos, 1863) y novelas (Olivos y aceitunos, todos son unos, 1868), así como de una extensa obra de crítica literaria (Historia de la literatura en Nueva Granada, 1867).

Durante su viaje a España, la Real Academia
Española de la Lengua le facultó para establecer filiales en América, y a su
regreso, Vergara y Vergara organizó y puso en marcha la Academia Colombiana de
la Lengua, aunque la iniciación real de los trabajos de esta corporación no se
realizó hasta pocos meses después de la muerte de su fundador y director.
Vergara y Vergara fue un personaje central de la cultura y de las letras
colombianas, pese a que murió cuando el anuncio de su madurez permitía esperar
de él muchas más cosas.
Como historiador de la literatura colombiana,
su obra es meritoria y constituye una fuente en la que han bebido
constantemente los críticos posteriores. Su Historia de la literatura en Nueva Granada (1867) es una
referencia tradicional inevitable. Allí considera saludable el matrimonio de la
literatura colombiana con la española, al tiempo que declara nefasta la
influencia literaria francesa. Partidario de la originalidad, repudió sin
embargo a Góngora, y por esta vía, en parte, al primer gran poeta nacional,
Hernando Domínguez Camargo. Como escritor costumbrista, su figura crece en la
novela breve Olivos y aceitunos, todos
son unos (1868), y sobre todo, en los cuadros costumbristas, algunos de
los cuales son de gran calidad y denotan un excelente sentido del humor: Las tres tazas, Un par de viejos, Consejos a mi potro, Un manojito de hierba, Los buitres y algunos otros.
El título de su novela Olivos y aceitunos, todos son unos
(1868) remite a un viejo refrán popular con el que se criticaba a quienes
perdían el tiempo inútilmente buscando la diferencia entre dos cosas que eran
exactamente iguales. El bogotano usa el refrán para decir que en política los
pillos son siempre los mismos y que no vale la pena gastar el tiempo tratando
de diferenciarlos. El tema de la novela es la corrupción y las intrigas que
caracterizan el quehacer político; la historia se desarrolla en la población de
La Paz, capital de la imaginaria provincia de Chirichiquí, hacia el año 1866,
aunque hay constantes referencias a los pasados gobiernos de Mariano Ospina
Rodríguez, José María Melo y Tomás Cipriano de Mosquera. Es ésta una época de
corrupción y desorganización en la que reina el sistema gamonalicio. El autor
no escatima esfuerzos para denunciar la injusticia y la ineficacia de estos
gobiernos; la Constitución del 53, por la cual se consolidó la Confederación
Granadina, también es motivo de duras críticas.
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